Hace unos días tuvo lugar el acto
de investidura de Barack Obama. A pesar de jurar el cargo, por cuestiones
legales, el domingo 20 de enero en un acto privado acompañado por su familia en
su despacho oval, fue el lunes 21 cuando tuvo lugar el gran acto público donde
tomó posesión de su cargo. Espectacular evento en despliegue de medios,
organización y seguridad.
Dada la ocasión, he querido hacer
un pequeño análisis de la imagen de la pareja (posiblemente de las más
poderosas del mundo en la actualidad) y la comparación con respecto a la
investidura anterior, que tuvo lugar el año 2009.
En las siguientes fotografías se
puede observar el momento del juramento del Presidente junto a su mujer, durante el acto público, en ambas
legislaturas.
Para la primera ocasión, Obama
escogió un traje oscuro con con camisa blanca y corbata roja. El rojo es un color vivo, que aporta
energía, que mueve la sangre. Se dice que es el color del poder. Las
circunstancias de esta primera ocasión eran muy diferentes con respecto a las
de hoy en día. Comenzaba la era del “Yes, We Can”, liderada por Barack en busca del tan ansiado cambio.
Para la segunda investidura,
cambió el color de su corbata y optó por el color azul (su familia también iba muy en la línea
de los azules, malvas), color de la confianza, muy acorde con las
circunstancias de crisis que asolan EEUU.
En el caso de la Primera Dama, el
cambio ha sido más notable. En 2009 Michelle
optó por un vestido verde limón, nada favorecedor según sus tonalidades. La
elección de esta segunda investidura, ha sido mucho más actual, en conjunto
(colores, formas, y peinado). Los colores, sobrios y en la línea de los azules,
además de favorecer más su rostro, van muy en la línea del momento.
Con respecto al momento del gran baile, acto que cierra un intenso
día para la familia, el Presidente acudió con esmoquin en ambas ocasiones, etiqueta
de gala que requería tal momento. Pero en ambos casos, hizo uso de la “white tie”, elemento característico del
frac, y no del esmoquin.
La elección de Michelle, nada
tienen que ver una con otra. En 2009 se decantó por un vestido blanco, que no
le favorece, tanto por el color como por las formas. La segunda elección, el
rojo , además de aportarle ese brillo al rostro, que es lo que debemos de
buscar cada vez que escojamos una prenda, potencia mejor sus formas,
consiguiendo un efecto óptico más armónico. El resultado de esta segunda
elección, tomada en su conjunto, es mucho más actual y favorecedora que la
primera.
En ambas ocasiones, eso sí, como
buena anfitriona, optó por modelos de diseñadores americanos.
Cabe destacar, también, que el
Presidente, no termina de encontrar su talla, tanto con el traje como con el
esmoquin, cuestión fundamental para que su carisma brille con fuerza.
Fotos: AFP/EFE
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