El pasado día 15 de octubre, El País publicó un
artículo de Ángela Paloma Martín, sobre cuestiones de comunicación relacionadas
con el vestir y por consiguiente con la imagen.
Es fundamental tener en cuenta que cuando elegimos
una prenda, un color, estamos comunicando. En el siguiente artículo se dan unas
pinceladas de sobre tipo de comunicación no verbal que estoy segura os va a
gustar.
“Te reciben según te presentas. Te despiden según
te comportas”. Quevedo.
Ese “despedir”, en el caso de las mujeres
en política, podría significar aquellos comentarios negativos que nacen después
de ver el atuendo de algunas dirigentes. Este estudio
demuestra que la mujer en política se enfrenta más que a un mensaje en un
discurso o un acto. Los criterios de valoración de las mujeres siempre serán
más que los del hombre por el mero hecho de su vestimenta. La variedad de ropa
es innegable frente a la del hombre. Y eso siempre conduce a una segunda
lectura para los medios de comunicación. Sin embargo, el vestir puede resultar
a veces la primera lectura en la mente de un ciudadano.
Toda persona comunica, su ropa comunica, sus
formas comunican, su mensaje comunica. Pero si el vestir destaca frente a los
mensajes y frente a su discurso, el titular estará garantizado. Eso es algo que
ha pasado con Angela Merkel
o con Kirchener. Pero que también puede pasar con el botón del traje
de un hombre en un Sesión de Control. Sin embargo, ciertamente la mujer está
más expuesta por la variedad: siempre habrá quién se fije en una falda (corta o
larga), en una blusa (transparente o no), o en un escote (demasiado arriesgado,
o no). Según el experto en protocolo José Antonio
de Urbina, nuestra imagen ante los demás consta de tres elementos
básicos: lo que ven de nosotros los demás, lo que oyen los demás, y lo que
sienten y piensan los demás al vernos y al oírnos.
Cuando vimos a Kirchner con sus leggings, a
Merkel con su escote, a Michelle Obama en deportivas, o cuando vemos a Soraya Sáenz de
Santamaría en las ruedas de prensa tras el Consejo de Ministros con tal
variedad de peinados, ¿qué pensamos? ¿qué sentimos? Una vez más, se trata de
percepciones. El vestir bien tan sólo significa adecuarse al lugar donde uno
vaya a interactuar, conocer el objetivo de “estar”, conocer y tener claro el
mensaje que se quiere transmitir, a quiénes hay que dirigirse y cómo hay que
hacerlo. Nada más. El equipo de estas políticas entienden el concepto, lo
conocen y lo miden. Han sido noticia y, probablemente, hayan conseguido su
objetivo.
Cuando ellas se visten, comunican. Como las mujeres de
negro. Mujeres y políticas que visten de negro. Pero…¿qué
significa el negro? En política, el negro está asociado a la
elegancia, pero también este color transmite negatividad, pena, tristeza o
luto. Cuando una política española viste de negro puede transmitir elegancia,
pero si el contexto es de crisis y desafección posiblemente lo que proyecte sea
un mensaje en negativo. De negro ha vestido Santamaría, Ana Botella, Carme
Chacón y Trinidad Jiménez. Destacar que Chacón y Jiménez vistieron de negro
cuando cedieron sus carteras a los nuevos ministros. ¿Coincidencia?
Simbólicamente estaban de luto, dejaban sus cargos después de que el PSOE sufriera una derrota electoral
inevitable.
Sin embargo, el color negro también significa
protección, de ahí que posiblemente sea utilizado por los políticos del PP
desde que ostentaron el cargo para dar esa nueva imagen paternal a la que
aludía George Lakoff
en su libro Don’t think of an Elephant. Y el negro también es silencio
y orden, dos palabras propias del marco conceptual del Ejecutivo español. O a Merkel.
Aunque a Merkel en su campaña electoral pocas veces haya sido vista “de negro”.
Foto y artículo: El País
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