lunes, 4 de febrero de 2013

¡Cuidado con el lenguaje no verbal!


He querido empezar la semana analizando unas fotografías un tanto desafortunadas. A principios de la semana pasada, los distintos medios de comunicación españoles daban la noticia del acto al que acudía el Príncipe Carlos con su esposa, la Duquesa de Cornualles por el 150 aniversario del metro de Londres, posiblemente uno de los iconos de la ciudad en la actualidad. Para ello, el matrimonio realizó un breve trayecto de unos 3 minutos en una de las líneas del el metro más antiguo del mundo.
 
Estas son las principales fotografías que han trascendido del momento:
 
 
Es posible, que en este tipo de actos, el objetivo “indiscreto” capte momentos muy puntuales que aporten un determinado significado, que puede o no ajustarse del todo a la realidad, por ser gestos fácilmente mal interpretados o sacados de contexto.
 
Las dos fotografías me han impactado por la fuerza de su lenguaje corporal. En ambas instantáneas, el Príncipe Carlos parece estar asustado, inseguro e incómodo mientras hace uso del transporte público, transporte que millones de personas utiliza a diario. En la primera fotografía concretamente, se muestra encogido, agarrotado, con una expresión facial que muestra su incomodidad y disgusto (mirada de reojo que acompaña a la rigidez corporal), la dirección de la pierna izquierda indica la dirección que su cabeza desearía tomar, en este caso, salir de donde está. Los puños cerrados, apoyados sobre las piernas refuerzan la percepción de su incomodidad.
 
La segunda fotografía, capta una situación en la que mira de reojo a un lado, mientras sus manos se entrecruzan, parece que para abrocharse el abrigo. Parece estar en alerta, preparándose para un posible “ataque”.
 
 
Si a estas imágenes le acompaña un mensaje que dice que el Príncipe Carlos no toma el metro desde hace 1986, ¿cuál puede ser el resultado final? Pues nada positivo.
 
Si este acto pretendía acercar al heredero a su pueblo, las fotografías lo alejan por completo.
 
Por ello, es fundamental tener conciencia del poder que tiene una imagen, para intentar minimizar al máximo este tipo de situaciones, que pueden o no estar sacadas de contexto, pero que sí pueden tener una importante repercusión en el logro de los objetivos marcados para este determinado acto y en el resultado final de este, que además incidirán directamente en la percepción global de la imagen, en este caso tanto de el Príncipe como directamente de la Casa de Su Majestad.
 
Todos los poros de nuestra piel comunican, ¡y mucho! No seamos sólo conscientes de lo que decimos, prestemos especialmente atención a lo que comunicamos.
 
¡Os deseo una muy feliz semana!
 

 
Fotos: El Mundo

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