viernes, 29 de marzo de 2013

Protocolo… la parte del todo. Un post de Belén Egea.


A día de hoy, el protocolo sigue siendo un concepto muy desconocido, no sólo por la sociedad, sino también por muchos medios de comunicación, y lo que es peor, por muchas empresas, públicas y privadas, que desconocen no solo la importancia, sino la necesidad de hacer uso de esta herramienta y de profesionales cualificados.

Con intención de que os podáis acercar un poquito más al concepto del protocolo, os dejo el último post de Belén Egea, gran profesional del protocolo, que publicó en su blog Protocolarte, que desde aquí os recomiendo profundamente:


 

Hace poco tiempo comentaba que al protocolo se sucede lo que al arte, resulta complicado encontrar una definición única por todo lo que aportan. Esa complejidad que resulta tan atrayente como desconcertante, nos impide en muchas ocasiones entender que lo que son realmente.

En lo que respecta al protocolo, la definición que encontramos en la RAE (Real Academia Española) no nos ayuda mucho en este sentido: Regla ceremonial diplomática o palatina establecida por decreto o por costumbre. Quien trabaja en protocolo sabe que sus funciones van mucho más allá de lo que esta definición señala.

Para comprender mejor su significado y la evolución que ha experimentado, antes hay que analizar otros dos conceptos fundamentales: Ceremonial y etiqueta.

En ciertos ámbitos académicos y atendiendo a sus funciones podríamos decir que:

§  El protocolo se encarga principalmente de ordenar personas, símbolos y pautas de actuación en base a una serie de reglas establecidas por decreto o costumbre.

§  El ceremonial asume el desarrollo y contenido de los actos, así como el conjunto de formalidades para la celebración de los mismos. Se encarga, en definitiva, de diseñar la distribución de los asistentes, de la estética y decoración del lugar (heráldica, vexilología, escenografía…), del material fungible (carteles, invitaciones…) y del desarrollo de la celebración (ceremonia).

§  La etiqueta indica los usos y costumbres que deben observarse en todos los actos, ceremonias y eventos. Desde cual es la indumentaria apropiada hasta la forma de comportarse (saludos, presentaciones, tratamientos…).

Sin embargo, así como hasta mediados del siglo XX predominaba el uso de los términos ceremonial y etiqueta sobre el de protocolo, en la actualidad hay una clara tendencia a utilizar el término protocolo para referirnos a las funciones propias de los otros dos, lo que en ocasiones genera cierta confusión. Por otra parte, la práctica otorga al protocolo funciones que la terminología no asume. Una de las funciones principales de quien trabaja en protocolo es la organización integral de actos/eventos. La evolución que éstos han experimentado en todos los niveles (concepción, gestión, logística, comunicación…) hace que hoy en día el concepto de protocolo vaya ligado a todo lo que implica dicha organización.

Parece que la práctica profesional ha evolucionado más rápido que la teoría y que los responsables de protocolo están lejos de ser aquellos profesionales que se limitan a ordenar en base a unas reglas establecidas por decreto o costumbre. De hecho, parece que la práctica ha puesto de manifiesto que quien se dedica al protocolo debe ser capaz de gestionar de forma íntegra un acto/ceremonia/evento, con todo lo que ello supone.

Por tanto, deberíamos empezar asumir que el concepto de protocolo puede llevar implícita en su definición dicha gestión integral. Tanto en la práctica como en la teoría, se hace necesario enriquecer su significado sin que ello suponga desvirtuarlo. Es hora de decidir si queremos que el protocolo sea la parte o el todo.


 

 
 

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