A día de hoy, el protocolo sigue
siendo un concepto muy desconocido, no sólo por la sociedad, sino también por
muchos medios de comunicación, y lo que es peor, por muchas empresas, públicas
y privadas, que desconocen no solo la importancia, sino la necesidad de hacer
uso de esta herramienta y de profesionales cualificados.
Con intención de que os podáis
acercar un poquito más al concepto del protocolo, os dejo el último post de Belén Egea, gran profesional del protocolo, que publicó en su blog Protocolarte,
que desde aquí os recomiendo profundamente:
Hace poco tiempo comentaba que al protocolo se sucede lo que al arte,
resulta complicado encontrar una definición única por todo lo que aportan. Esa
complejidad que resulta tan atrayente como desconcertante, nos impide en muchas
ocasiones entender que lo que son realmente.
En lo que respecta al protocolo, la definición que encontramos en la RAE
(Real Academia Española) no nos ayuda mucho en este sentido: Regla ceremonial
diplomática o palatina establecida por decreto o por costumbre. Quien trabaja
en protocolo sabe que sus funciones van mucho más allá de lo que esta
definición señala.
Para comprender mejor su significado y la evolución que ha experimentado,
antes hay que analizar otros dos conceptos fundamentales: Ceremonial y
etiqueta.
En ciertos ámbitos académicos y atendiendo a sus funciones podríamos decir
que:
§ El protocolo se encarga principalmente de ordenar personas,
símbolos y pautas de actuación en base a una serie de reglas establecidas por
decreto o costumbre.
§ El ceremonial asume el desarrollo y contenido de los actos, así
como el conjunto de formalidades para la celebración de los mismos. Se encarga,
en definitiva, de diseñar la distribución de los asistentes, de la estética y
decoración del lugar (heráldica, vexilología, escenografía…), del material
fungible (carteles, invitaciones…) y del desarrollo de la celebración
(ceremonia).
§ La etiqueta indica los usos y costumbres que deben observarse
en todos los actos, ceremonias y eventos. Desde cual es la indumentaria
apropiada hasta la forma de comportarse (saludos, presentaciones,
tratamientos…).
Sin embargo, así como hasta mediados del siglo XX predominaba el uso de los
términos ceremonial y etiqueta sobre el de protocolo, en la actualidad hay una
clara tendencia a utilizar el término protocolo
para referirnos a las funciones propias de los otros dos, lo que en ocasiones
genera cierta confusión. Por otra parte, la práctica otorga al protocolo
funciones que la terminología no asume. Una de las funciones principales de
quien trabaja en protocolo es la organización
integral de actos/eventos. La evolución que éstos han experimentado en
todos los niveles (concepción, gestión, logística, comunicación…) hace que hoy
en día el concepto de protocolo vaya ligado a todo lo que implica dicha organización.
Parece que la práctica profesional
ha evolucionado más rápido que la teoría y que los responsables de protocolo
están lejos de ser aquellos profesionales que se limitan a ordenar en base a
unas reglas establecidas por decreto o costumbre. De hecho, parece que la
práctica ha puesto de manifiesto que quien se dedica al protocolo debe ser
capaz de gestionar de forma íntegra un acto/ceremonia/evento, con todo
lo que ello supone.
Por tanto, deberíamos empezar asumir que el concepto de protocolo puede llevar
implícita en su definición dicha gestión integral. Tanto en la práctica como en
la teoría, se hace necesario enriquecer su significado sin que ello suponga
desvirtuarlo. Es hora de decidir si queremos que el protocolo sea la parte o
el todo.
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