En
breve seremos testigos de la segunda abdicación y consecuente entronización de
un nuevo jefe de estado en el seno de las monarquías europeas. Comer, Viajar,Amar, una vez más ha preparado un completísimo post donde nos cuenta tanto detalles
de la Corona como del próximo acto que tendrá lugar el 21 de julio:
Un Rey sin Corona: Así será la entronización de Felipe I como séptimo
“Rey de los Belgas”
El príncipe heredero de Bélgica, Felipe, duque de Brabante, jurará como nuevo rey de Bélgica el
próximo 21 de julio, día de la Fiesta Nacional y la misma fecha en que se hará
efectiva la abdicación de su padre, el rey Alberto II.
Se trata de un hecho sin precedentes -el de la abdicación de un rey por
problemas de salud y edad- y la Carta Magna belga no prevé la abdicación del rey,
pues únicamente ha habido un monarca, Leopoldo III -el padre de Alberto II-,
que se decantó por esa posibilidad el 6 de julio de 1951 ante la posibilidad
del estallido de una guerra civil.
Así lo anunció el primer ministro belga, el socialista Elio di Rupo, quien
aseguró que el Gobierno ya trabaja en los preparativos de las ceremonias de
ascenso al trono. La fecha elegida no es casual: el 21 de julio conmemora el
juramento de la
Constitución efectuado por el príncipe alemán Leopoldo de
Sajonia-Coburgo y Gotha en 1831.
El primer soberano, tatarabuelo de Alberto II, utilizó las siguientes
expresiones para referirse a la
Constitución liberal de los belgas: “absurda, mala broma, calamidad,
insensatez, monstruosa e infernal”. Pero siempre lo hizo en
privado y cumplió correctamente con su papel de rey constitucional.
Por su parte, los presidentes del Parlamento, André Flahaut, y del Senado,
Sabine De Bethune, confirmaron que el príncipe heredero jurará su cargo ese día ante las
dos cámaras reunidas en sesión extraordinaria, según la Constitución del país.
El Gobierno belga ya decidió que el rey Alberto firme en el Palacio Real un acta de abdicación en el
príncipe Felipe y que actúen como testigos la
ministra de Justicia, los presidentes del Parlamento y del Senado, y el del
Tribunal de Casación, según el diario Le Soir.
Las autoridades belgas aún tienen por resolver el nivel de la representación
extranjera en esa ceremonia que será el día de la fiesta nacional de
Bélgica y cuando se cumplen veinte años del reinado de Alberto II.
El rey Felipe deberá prestar juramento ante la Cámara y el Senado de
Bélgica, en el recinto del Parlamento de Bruselas, en tres idiomas -primero en neerlandés, luego en
francés y finalmente en alemán- pronunciando la fórmula
que establece la
Constitución belga: ”Juro observar la
Constitución y las leyes del pueblo belga, mantener la
independencia nacional y la integridad del territorio“.
El rey de los belgas es también el comandante supremo de las fuerzas armadas. De ahí su compromiso se
defender la integridad y la independencia del país, que el fundador tuvo que
aplicar ante los vecinos holandeses y sus dos descendientes, Alberto I y
Leopoldo III, ante los alemanes en las dos guerras mundiales.
Tras jurar su cargo el actual heredero, de 53 años de edad, se
convertirá en “Felipe
I, Rey de los Belgas”, mientras que Alberto II
conservará el título de “Rey de Bélgica” por cuestión de cortesía, tal y como
sucedió con su padre, Leopoldo III, tras abdicar en 1951. Inmediatamente
después de pronunciar su discurso, el presidente del Parlamento belga tomará la
palabra para manifestar la adhesión
de los parlamentarios al nuevo jefe de Estado.
El caracter militar de la corona belga, que se desprende de la Constitución , tendrá
inmediata expresión ceremonial, después de la jura ante la Cámara , cuando se ha
previsto un
desfile militar, que se cerrará con fuegos artificiales frente al Palacio Real, en
el centro de la capital belga. Sin embargo, momentos antes, los reyes se habrán
dirigido a la Columna
del Congreso, monumento que alberga la
Tumba del Soldado Desconocido.
En lo alto del monumento, la imagen de Leopoldo I recuerda que está erigido
en memoria de las libertades que protege y defiende la Constitución belga. A
sus pies, reposa la tumba del soldado desconocido, muerto por la patria en la Primera Guerra
Mundial, y hay también una placa en memoria de los héroes de la Segunda Guerra.
La esposa
de Felipe I, Mathilde d´Udekem d´Acoz, descendiente de
aristócratas belgas y polacos, se convertirá en reina Matilde y será la séptima
reina de Bélgica desde 1831.
Por primera vez en la historia, se dará el inédito caso de que cohabitarán tres reinas en la corte
bruselense: Fabiola -viuda del rey Balduino,
muerto en 1993-, Paola -esposa del renunciante Alberto II- y Matilde.
Algo parecido sucedió entre 1960 y 1965, cuando en la corte hubo dos reinas
-Fabiola e Isabel de Baviera, viuda de Alberto I- y una princesa consorte,
Lilian de Rethy, segunda esposa de Leopoldo III.
Matilde será
la primera mujer belga en ocupar este puesto, ya que sus antecesoras
fueron extranjeras: María Luisa de Orleans (francesa, esposa de Leopoldo I),
María Enriqueta de Habsburgo (austriaca, esposa de Leopoldo II), Isabel de
Baviera (alemana, esposa de Alberto I), Astrid de Suecia (esposa de Leopoldo
III), Fabiola de Mora y Aragón (española), y Paola Ruffo di Calabria (esposa
del renunciante Alberto II y suegra de Matilde)
Bélgica tendrá además,
por primera vez, a una mujer como heredera del trono: la
princesa Elisabeth, de 11 años, hermana mayor de los príncipes Gabriel -de
nueve años-, Emmanuel -de siete-, y Eléonore, de cinco.
Elisabeth, es
la princesa heredera del trono belga gracias a la abolición de la Ley Sálica ,
que prohibía la coronación de las mujeres, y no será discriminada de la
sucesión al trono como sucedió con las hijas de los reyes Leopoldo II o
Leopoldo III.
La princesa se suma, además, a la lista de futuras reinas europeas como ha ocurrido
recientemente en Holanda, donde la heredera del rey Guillermo Alejandro, es su
primogénita, Catalina-Amalia, de 9 años.
UN REY SIN CORONA
Bélgica es el único de los sietes reinos europeos que no posee una Corona
Real como atributo tangible de la realeza. A diferencia de Inglaterra -cuyos soberanos son
ungidos y coronados en una imponente ceremonia religiosa-, las restantes monarquías europeas
-Dinamarca, Suecia, Holanda, España, Bélgica, Noruega, Mónaco, Liechtenstein y
Luxemburgo- no
celebran la ascensión de sus nuevos monarcas como una coronación.
Pero, con excepción de Bélgica, los reinos europeos conservan la presencia
de los símbolos históricos
de la realeza -corona, centro, orbe, espada- presidiendo la ceremonia de sus
juramentos, que de este modo pueden ser denominadas, como de hecho lo son,
“coronación”. Así lo hemos visto en la ceremonia de entronización del rey
Guillermo Alejandro de Holanda, el pasado 30 de abril, frente a cuyo asiento se
colocaron las Regalías de la
Corona.
Ahora bien ¿por qué razón Bélgica no sigue la pauta tradicional? La razón
no es nada complicada: porque
no tiene Corona, y la que tuvo está hoy
atesorada en un palacio del vecino reino de Holanda. En 1815, al recomponerse
Europa tras la caída del Imperio napoleónico, nació el llamado Reino de los
Países Bajos Unidos, que comprendía el actual territorio de los Países Bajos -u
Holanda- y el Reino de los Belgas.
Guillermo I, príncipe de Orange, fue proclamado primer Rey y se coronó en Bruselas en una ceremonia
presidida por una Corona de plata que su hijo y sucesor,
Guillemro II, sustituyó por otra más valiosa, en la ceremonia de inauguración
de su reinado, en 1840.
No sólo la Corona de Bruselas le parecía demasiado sencilla, sino tampoco
pertinente, porque diez años antes, la actual Bélgica se había independizado,
proclamando al príncipe alemán Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Gotha como su primer
rey. La
corona utilizada por los Orange en la coronación de Bruselas se hallaba en La Haya , y no hubo tiempo para
confeccionar una nueva. Leopoldo aceptó la corona el 12
de julio de 1831 y prestó juramento una semana después.
LOS PODERES DEL REY
Los poderes del monarca belga son limitados. Según la fórmula consagrada, el rey “reina pero no gobierna”.
Ejerce, sin embargo, una influencia moderadora durante las crisis
gubernamentales, bastante frecuentes en Bélgica.
El rey promulga las
leyes. Pero su firma tiene que ir siempre acompañada de la de un ministro, que
asume de esta manera la responsabilidad por los textos rubricados. Y es que si
el rey nombra
y revoca a los ministros, ejerce el mando de las Fuerzas Armadas y tiene la
prerrogativa de disolver las Cámaras del Congreso, se
trata de poderes ficticios, ya que tienen que ser avalados siempre por un
miembro del Gobierno.
Una diferencia importante con la monarquía británica, sin embargo, es que
el rey de Bélgica juega
un papel de conciliación en caso de renuncia del primer ministro.
Está encargado de recibir a todos los líderes políticos para nombrar a un
sucesor, lo que le confiere un margen de maniobra importante.
Fotos
y post: Comer, Viajar, Amar
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